lunes, 16 de junio de 2008

en punto

puntualmente
en origen de alguna teoría
apuntó
la puntualidad
como punto de salida
puntualidad que como linde enmarcaba
alguna de las razones por las que
ya no nos podíamos hacer más
el amor
en ninguna esquina de casa
o en la orilla de la cama.
que triste que ya no nos cruzáramos
siquiera cuando sorbíamos el café de la mañana
.
y punto.
ni por casualidad nos enredaban las sábanas.
ni por azar se topaban nuestras manos
al agarrar el dentífrico.

el salón de los espejos de algún palacio caduco
enorme e impersonal
una barriada destinada a los marginados
o la amarga soledad
y punto.

hasta que llegó con su teoría sobre la puntualidad
no entendí
hasta que no desarmó mis ideas
sobre los mundos paralelos
o los mapas aleatorios
no comprendí
que el problema era mi falta de puntualidad.
siempre llegué el siguiente segundo
a la respuesta que esperaba.
y ya se había ido.

de risa
pensé.
porque me llegó dos segundos después su insulto.