miércoles, 23 de enero de 2008

Paradójicamente que la vida no valga nada confiere sentido a la existencia...

Un insulto rompió el silencio de aquella noche blanca
rasgando
la voz nos arrastró al vacío
nos proyectó al abismo.
una palabra que como daga atravesó nuestros cuerpos
crujientes como nieve aplastada.
zumba el silencio en mi mente hueca
las decisiones se pasean perdiendo esquinas y puertas.
De allí marchamos totalmente mancillados
un hormiguero olvidado nuestra memoria
tan blanco y silencioso pueden ser el miedo y el odio
tan penoso partir sin rumbo tras un nuevo guía de mirada perdida.
Cuentan que cuando partimos,
proyectados por aquel insulto
nuestro primer guía de brújula desconcertada
cayó en su profundo estómago bañado en alcohol y barbitúricos
hasta que la blanca noche lo envolvió en celofán
se convirtió en crisálida amortajada
y todavía cuando volvimos a verlo
en el pasillo del sanatorio
sobre su bata de seda brillaba la nieve cristalizada.
Sus ojos seguían perdidos en alguna noche blanca
... mas, aunque suene a paradoja
su presencia alienada siempre fue más real que cualquier otra.

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